Soñaba de joven con un Principe cabalgando
sobre un
unicornio blanco.
Sus cabellos por el sol dorados
con dientes emperlados
y anillos de piedras
lujosas importados.
Soñaba con diademas de diamantes y mariposas
guardadas en cajtas de cristal.
Soñaba
con abejas atrapadas
en botellas de colores
adornada de flores
en todo su alrededor
y su interior.
Soñaba con zapatillas mágicas
rojas, doradas, y plateadas,
como
las que usaban
las bailarinas de Degas
que no acaban
aun de crecer ni de bailar...
Soñaba
con angeles terrestres, alados
llevados por carrosas voluptuosas y opulentes
angeles amables, sonrientes,
terrestres.
Angeles de carne y hueso.
Guerreros
gallardos e invencibles...
Un
angel de ojos claros
como la luz del fuego
llamantes, incitantes, intimidantes
con motoras
y chaquetas de fuego
y cuero,
solitario y triste, de mirada suplicantes
y labios
gruesos, carnosos, besables
y así mismo intocables...